RETRATOS: “Letristas”

En este número homenajeamos a quienes con sus caligrafías han conformado la piel de nuestra Aldea. Frentes de comercios, carteles, paredones de las canchas de fútbol, señalética urbana y hasta pintadas políticas. Un oficio artesanal que parece desaparecer, pero que resiste y convive con nuevas opciones que ofrece la tecnología.

“Gogo” Lazarte

(con un dibujo que hizo en los años 50)

Se formó en la década del 50 en la Escuela Panamericana de Arte. Recibía las lecciones por correo, las hacía y las enviaba; al tiempo volvían corregidas por los dibujantes más importantes del país. Era un verdadero paraíso por correspondencia.
Los clientes de su otro oficio de toda la vida -peluquero- conociendo su talento empezaron a pedirle carteles. Pintaba patentes de autos, propagandas políticas y hasta sepulturas. Algunas letras las inventaba pero la mayoría las copiaba de un libro de fuentes editado en inglés que supo tener.
Pintó toda la cartelería cuando se inauguró la Rural y también los primeros murales publicitarios de la cancha de Atlético. Más tarde, pintó publicidades en las carroserías de los autos de carreras y hasta diseñó uno junto a un chapista amigo.
Recuerda los desafíos de pintar en altura los logos inmensos de las estaciones de servicio YPF y Shell. También logos muy complejos en vidrieras, que debían pintarse del lado de adentro e invertidos.

José Luis “el negro” Soto

(Cartel del camping municipal tallado y pintado por él)

Se dedica al oficio desde hace más de cuarenta años. Es autodidacta y le suma a su experiencia la posibilidad de seguir formándose a través de la web.
Su desafío es mantener vivo un oficio artesanal incorporando nuevas fuentes tipográficas e incluso experimentando con nuevas técnicas: Carteles tallados en madera .
Sus carteles tallados son parte de la señalética urbana de nuestra aldea. Podemos verlos en el balneario municipal, camping municipal, plazas y paseos.

“Pilo” Santos

Autodidacta. Dibuja desde chico, posee una habilidad natural para observar las formas y llevarlas al papel o la pared. A los 12 años pintó sus primeras letras y le preguntó todos los secretos a Gogo Lazarte quién, además, le preparó los primeros pinceles.
Nunca se dedicó de lleno, pero fue fundamental para llevarse algunos pesos cuando estudiando en Buenos Aires volvía al pueblo los fines de semana a trabajar como letrista.
Todavía recuerda con cariño como los niños se paraban a mirar mientras pintaba el logo y las tortugas ninjas en la vidriera de la juguetería de César Fittipaldi, plenos años noventas.

“Chechy” Vera

(Portón del cuartel de bomberos con logo pintado por él)

Chechy dibuja desde que recuerda. Su gran influencia fue su madre María del Carmen que además de pintar y dibujar se dedicaba a hacer pergaminos con letras góticas para las instituciones. Oficio que él continuó a partir de sus 12 años. También se formó en dibujo humorístico por correspondencia en la Continental Schools; allí recibió, además, nociones de perspectiva y tipografía.
De a poco empezó a tener trabajo como letrista, pintó la estación de servicio ESSO, e infinidad de carteles, todo antes de terminar el colegio secundario.
Complementó su formación con el profesorado de Bellas Artes.
Con los años abandonó el oficio de letrista, aunque todavía suele hacer pergaminos.

José Luis “Chaly” López

(Fachada Casa El Tero que fue pintada por él)

Empezó a dibujar desde muy chico, concurrió durante varios años al taller de Susy Lapasta. Un día aprovechó su gusto y facilidad por el dibujo para pintar una vidriera y ese primer pago lo entusiasmó.
Lo primero que recuerda haber pintado es en Tilas Mueblería y la vidriera de Juan Luis Hontás. También recuerda una serie de murales que realizó para el restaurante que funcionaba en la terminal de ómnibus.
Pintó carteles de señalética de la ruta y también publicidades en los autos de carreras.
Mantuvo el oficio como un segundo trabajo en el que se fue perfeccionando. Hace unos diez años lo dejó definitivamente.