CON LAS MANOS EN LA MASA

En este número reconocemos el trabajo de quienes con sus manos crean los productos que disfrutamos a diario con nuestras familias.
Mezclan, estiran, amasan, cortan, pliegan, rellenan, decoran y nos atrapan…

Marcelo “Quito” Oroná (Pastas Don Juan)

Quito empezó fabricando pastas frescas, en su casa, a pedido de una rotisería amiga. Al poco tiempo siguió empezó a vender  por redes sociales hasta que abrió su local. Recientemente se mudaron a un local mas grande, en el “Paseo el Caballito”, con elaboración a la vista.
Siempre fue el encargado de los tallarines de los domingos en familia, pero nunca se había animado a cocinar profesionalmente.
Cuando empezó le prestaron una pastalinda y de a poco fue invirtiendo en herramientas y capacitándose. 
Fabrica cinco variedades de tallarines, ñoquis, sorrentinos, raviolones y cabatelis. 
Se suman además a la fábrica productos de emprendedoras locales: panes, tartas, canelones, muffins veganos, galletitas de avena y mieles artesanales.
Aunque el emprendimiento es muy reciente ya está pensando en crecer invirtiendo para fabricar pastas secas.

 

Susana Morales

Susana empezó hace más de diez años a fabricar pasteles un poco por casualidad. Era el cumpleaños de quince de su sobrina y se les ocurrió juntar dinero para el festejo vendiendo pasteles. Susana que había aprendido la receta y los secretos de su tía Pepa, se puso manos a la obra. Unos cuantos meses antes empezaron a vender, cuando el cumpleaños pasó los clientes siguieron y de ahí no paró mas. 
Vende de forma particular y también en despensas y ferias. Además hace años que es la encargada de hacer las empanadas y los pasteles para los bailes del Centro de Jubilados.
Para el último día de la madre vendió 50 docenas, y fueron solo 50 porque decidió no tomar más pedidos.
Hace todo a mano, y no solo pasteles, también budines, pan dulce, piononos, empanadas, tortas fritas

 

“Chito” Pizzolato (Panadería Don Chito)


Chito aprendió en la panadería del supermercado CLC. Pasaron los años, siguió sumando experiencia hasta que un día hace un año y medio decidió abrir su panadería. 
Lo acompañan su compañera, su hija, su ex mujer, y varios ayudantes sin los cuales no podría sostener el emprendimiento.
El oficio de panadero a pesar de incorporar la tecnología sigue requiriendo de muchas horas de trabajo y sobre todo empezar el día muy temprano. Para el último día de la madre empezó a amasar a las dos de la mañana y su día termino a las 7 de la tarde.
Pan, facturas, galletitas, bizcochos, chipá, prepizzas, budines, y las más buscadas: medialunas dulces y palmeritas, todo elaborado en el día, y con el amor de un emprendimiento familiar.