Por una bienvenida amorosa y respetuosa

Faltan pocos días para la Navidad, uno de los nacimientos más celebrados y esperados de la historia. Imaginando a María, a José y a Jesús recién nacido en un pesebre, los tres solos, en la intimidad, pensaba hacer la analogía con la forma ideal de transcurrir los primeros momentos luego del parto. Pero al ratito vinieron a mí mente los reyes magos, que a los once días del niño llegaron con regalos y me hicieron cambiar de idea. Hoy vamos a reflexionar sobre el rol de las visitas.
La llegada de un bebé es, en la mayoría de los casos, una alegría. Desde la dulce espera hasta ese día todo se dispone alrededor del nuevo ser y su mamá.
Sin embargo, hay hábitos que se han ido adoptando socialmente que lejos de ayudar a la familia, la desestabilizan.
Pongámonos en el lugar de los padres; de un momento a otro pasan de ser dos a ser tres (si son primerizos) y si son tres o cuatro a ser cuatro o cinco. Así el núcleo familiar empieza a constituirse como puede, con las herramientas que tiene y para eso necesita intimidad.
La costumbre de ir a visitar al recién nacido dejó de ser una buena costumbre hace rato. Los papás deben estar solos con el bebé, tranquilos, conociéndose, interpretándose, adaptándose. La lactancia materna va a empezar a establecerse y para eso se necesitan paciencia, tiempo, mimos.
Es importante que si sos abuela/o, tía/o, amiga/o no vayas a sentarte de visita a esperar que te ceben mate. Procurá no quedarte mucho tiempo y ofrecete para hacer algún mandado, ayudar con la ropa, cuidar a los niños más grandes o tener al bebé mientras la mamá se da un baño.
Otro hábito que para mí merece ser discutido con los futuros padres previamente, es la Fiesta de Bienvenida. Todos van a querer conocer al nuevo integrante, se entiende, pero para eso hay tiempo. Durante los primeros meses los papás van a estar muy cansados, tratando de aprender el nuevo oficio, de conseguir rutinas sanas para ellos y el bebé. Una fiesta no va a ser el lugar donde se sientan cómodos, más bien, pueden verse expuestos o invadidos.
Creo que a ésta altura todos coincidimos que cualquier nacimiento es un acto de amor. Seamos respetuosos, pacientes y pongamos al recién nacido y a sus necesidades en el centro de atención.