LOS MÁS PEQUEÑOS DE LA ALDEA

Llevar cuidado
Por Dra. Florencia Núñez. Pediatra SAP

Acompañar en la crianza, para los pediatras, es un desafío e inevitablemente una responsabilidad. Y como todo lo que sucede alrededor de este tema está vinculado estrictamente a la cultura, nuestras historias y las de las familias, nos vemos en la obligación de revisar y pensar cada pauta de acuerdo a la evidencia. 
El cuidado del bebé es tal vez uno de los momentos que está más atravesado por mitos, afectando la relación de los padres y madres con el niño o niña, interfiriendo en la lactancia e incluso afectando el desarrollo de lxs mismxs. Es por eso que traje para compartirles un fragmento de La hora Sagrada, capítulo del PRONAP 2020, en el  que además de abordar  la importancia del primer contacto de la mamá con su bebé, los autores comparan nuestra forma de cuidar con la de otros mamíferos.
Veamos:

“En los mamíferos existen cuatro tipos de cuidado de los recién nacidos, la madurez relativa al nacer es el factor más relevante: 
Seguir cuidado:  Nacidos maduros en todos los aspectos, siguen a la madre, maman con frecuencia, la leche contiene poca grasa y proteínas. 
Memoria caché o guardado: Recién nacido también maduro, puede mantener su temperatura, es ocultado por la madre, maman dos a tres veces al día, tienen leche con alto contenido de proteínas y grasas. 
Nido: Son menos maduros y necesitan nido para mantenerse calientes, tienen madres cazadoras o recolectoras, su alimentación es 3 a 6 veces por día y la leche tiene alto grado de proteínas y grasas.  
Llevar cuidado: Al cual pertenece el homo sapiens. Los recién nacidos son inmaduros, dependen del calor materno inmediato y continuo del contacto cuerpo a cuerpo; la leche contiene muy bajas concentraciones de grasa y proteínas; requiere alimentaciones muy frecuentes, llegando en algunos casos a tomar cada media hora, como los bebés nacidos en el desierto
de Kalahari.
Los humanos son calificados como alimentadores continuos. El tamaño del cerebro humano al nacer es del 25% del de un adulto, comparado con el 50% en otros primates y el 70% en muchos mamíferos. Para lograr un desarrollo óptimo el cerebro humano necesita ciclos de sueño de 1 hora. Por esto el recién nacido humano prioriza el tiempo para el sueño y estira el tiempo de alimentación para aumentar los niveles de lactosa, que duran una hora. Esta es una de las razones por las que debe permanecer en permanente contacto con su madre. Este patrón de “cuidado y llevar” tiene al menos 4 millones de años en los primates y 300 mil en el Homo sapiens. El comienzo de la agricultura hace unos 10.000 años modificó la forma de alimentación de los adultos, pero no produjo cambios en la necesidad de cuidados y de alimentación de los bebés. Sin embargo, hace aproximadamente 100 años se produjeron cambios abruptos de cuidado, pasando de la forma de llevar cuidado a la de mantener en nido y la de memoria caché, alimentando a los recién nacidos cada 4 horas (cuidado nido), con leche de fórmula propia de una especie de seguir cuidado (vaca). Lozoff y otros afirman que estos cambios “alteran el inicio de la relación madre-hijo llegando a forzarla más allá de los límites de adaptabilidad”.”

La industria, la organización de los sistemas productivos y del Estado, amparados en mitos como la lactancia con horarios, el dejar al bebé llorar para no malcriarlo o la leche materna que no alimenta, han alejado a nuestra especie de su forma natural de cuidar. Mitos que hacen falta deconstruir para volver a poner al recién nacido y su familia en un lugar central.

“ La Hora Sagrada”. Dr. Antonio Morilla, Dra. Mónica Tessone. PRONAP 2020. SAP