LA VUELTA DEL PERRO: por las “casas chorizo” (parte 1)

En este número la vuelta del perro será por la arquitectura, la piel de la ciudad.
A fines del siglo XIX se dio en nuestro país un estilo italianizante en la arquitectura. Grandes arquitectos arribaron desde Italia e hicieron obras como el Palacio del Congreso, el Teatro Colón, o la Casa Rosada. 
Pero esa italianización la encontramos también en una arquitectura más modesta, de viviendas urbanas, una arquitectura sin arquitectos, creada por inmigrantes, albañiles y maestros mayores de obras que trajeron consigo el estilo y los métodos constructivos.

Las casas chorizo
fueron casas típicas pensadas hasta para tres generaciones de una familia. El nombre se lo deben a la disposición de las habitaciones en fila e interconectadas y con acceso al patio que suele tener un techo estrecho o galería. Cuentan además con un hall, un zaguán; y la cocina y el baño siempre ubicados al fondo.
También las hay que combinan vivienda y local comercial.

 

La fachada
(el frente del edificio) puede presentar variaciones pero todas imitan una estética de pequeño palacio del renacimiento italiano. Esto es: un basamento (parte inferior), el desarrollo del edifico con elementos arquitectónicos decorativos clásicos (arco de medio punto, frontón griego, pilastras que citan estilos clásicos, etc), una gran cornisa y el remate del edificio en forma aterrazada muchas veces con balaustrada.

En nuestra ciudad la gran mayoría de esas viviendas las encontramos en la zona céntrica; eso tiene una explicación: Una de las primeras leyes creadas en los inicios del pueblo tiene que ver con disposiciones en reparto de las terrenos y en el modo que debían construirse las viviendas.

“las casas comprendidas en las ocho manzanas más inmediatas  a la plaza principal del pueblo deberán ser de adobe crudo a cocido y los cercos del mismo material (…) “En las manzanas fuera de ese radio las casas y los cercos podrán ser de cualquier otro material menos costoso “ (Tapalqué en la Historia. Capdevila)  

Aunque modestas comparadas con la gran arquitectura, no cualquiera podía costearlas. Los materiales eran de primera calidad: maderas duras, mosaicos calcáreos, enormes mamparas con vidrios repartidos de color, herrería artística y por supuesto la fachada con sus ornamentos. Esa fachada era donde se expresaba la particularidad, lo singular de la familia. Es por eso que cada una tiene su propio estilo, adornos y colores para reflejar las preferencias de los propietarios. El estilo, la cantidad y la calidad de los adornos mostraban el estatus social, esas fachadas eran un reflejo de las familias que vivían dentro.

Detalles en las fachadas

Para entender a qué nos referimos cuando decimos que las fachadas de las “casas chorizo “ imitan a un palacio del renacimiento italiano basta una imagen de referencia. En la imagen de arriba vemos el Palacio Rucellai, diseñado por Leon Battista Alberti (Génova, 1404-Roma, 1472) En la imagen, vemos por ejemplo las pilastras (columnas adosadas al muro), la cornisa (saliente o voladizo, generalmente adornado con molduras, que remata el borde superior de la pared) los modillones (ménsulas que sostienen la cornisa) y el remate aterrazado del edificio. Los mismos elementos, en menor escala y con otros materiales  los encontramos en las “casas chorizo”.

En este detalle vemos el delicado trabajo de herrería en la terraza, también podemos observar la robusta cornisa “sostenida“ por modillones que en este  caso no soportan peso, sino que son meramente decorativas. En esta fachada también se aprecia un revoque a dos colores. Se utilizaba un revoque símil piedra parís; la mezcla estaba formada por cemento, arena o marmolinas y agua. Para esta aplicación fueron decisivas la habilidad técnica y artesanal de los albañiles y la pretensión de imitar el color y la textura de la verdadera piedra París.

Izquierda– Vemos a ambos lados de la puerta dos pilastras de fuste acanalado, con capiteles adornados con motivos vegetales, arriba continua con dos modillones de cada lado que simulan sostener la cornisa. Derecha– Remate del edificio en forma de una gran terraza con balaustrada.

Izquierda– Vemos la puerta de gran dimensión con un trabajo de herrería muy elaborado, con motivos vegetales. Arriba de la puerta nos encontramos con una enorme guirnalda con motivos florales. Si pudiéramos verla en detalle notaríamos que hay una intención, en este adorno, por mostrar una variedad bien diferenciada de flores reales.  A ambos lados de la puerta vemos dos pilastras interrumpidas por una guarda floral y rematadas en su capitel por una guirnalda también floral. Derecha–  Detalle de la puerta. Cabezas de leones en bronce que simbolizan seguridad.

Vemos un mascarón: ornamento esculpido en este caso con rostros femenino cuya finalidad es la protección. Cabe señalar que todos los ornamentos se realizaban en talleres por artesanos y luego se aplicaban a la fachada.

Para finalizar vemos en esta imagen que no siempre las fachadas llegaban a terminarse. Este caso nos sirve para  tener una idea acabada de cómo la construcción se preparaba desde la mampostería para su estilo definitivo. Aunque las aberturas no son las originales en este frente se ven con claridad las pilastras, la cornisa  y el frontis griego triangular listos para recibir el revoque y los ornamentos.