Las casas chorizo
fueron casas típicas pensadas hasta para tres generaciones de una familia. El nombre se lo deben a la disposición de las habitaciones en fila e interconectadas y con acceso al patio que suele tener un techo estrecho o galería. Cuentan además con un hall, un zaguán; y la cocina y el baño siempre ubicados al fondo.
También las hay que combinan vivienda y local comercial.
La fachada
(el frente del edificio) puede presentar variaciones pero todas imitan una estética de pequeño palacio del renacimiento italiano. Esto es: un basamento (parte inferior), el desarrollo del edifico con elementos arquitectónicos decorativos clásicos (arco de medio punto, frontón griego, pilastras que citan estilos clásicos, etc), una gran cornisa y el remate del edificio en forma aterrazada muchas veces con balaustrada.
En nuestra ciudad la gran mayoría de esas viviendas las encontramos en la zona céntrica; eso tiene una explicación: Una de las primeras leyes creadas en los inicios del pueblo tiene que ver con disposiciones en reparto de las terrenos y en el modo que debían construirse las viviendas.
“las casas comprendidas en las ocho manzanas más inmediatas a la plaza principal del pueblo deberán ser de adobe crudo a cocido y los cercos del mismo material (…) “En las manzanas fuera de ese radio las casas y los cercos podrán ser de cualquier otro material menos costoso “ (Tapalqué en la Historia. Capdevila)
Aunque modestas comparadas con la gran arquitectura, no cualquiera podía costearlas. Los materiales eran de primera calidad: maderas duras, mosaicos calcáreos, enormes mamparas con vidrios repartidos de color, herrería artística y por supuesto la fachada con sus ornamentos. Esa fachada era donde se expresaba la particularidad, lo singular de la familia. Es por eso que cada una tiene su propio estilo, adornos y colores para reflejar las preferencias de los propietarios. El estilo, la cantidad y la calidad de los adornos mostraban el estatus social, esas fachadas eran un reflejo de las familias que vivían dentro.