Feliza Sanchez, un nombre más entre tanto olvido, nace rondando el año 1853 en las márgenes del arroyo Tapalqué; crece en la pampa indómita y su vida rica en relatos de su existencia, nos ubicaba en ronda de niños para escucharla.
Se casó con José Matos, un gallego llegado a estos pagos con su bagaje de sueños y voluntad. De ellos nace mi abuelo en el año 1889, Valerio Matos. Heredero de la fuerza, la voluntad de trabajo de su padre y un carácter que hizo historia. Carrero de chata de carga, cruzó la llanura con su caballada de tiro transportando hasta siete mil kilos; en el intercambio con aquel pago chico se fue forjando un modo de ser, una identidad, criolla y orgullosa de su estirpe.