De visita -virtual- Historias que vienen del otro lado del mar “El Dr. Amendolara”

Algunas historias hay que salir a buscarlas otras nos llegan; nos son convidadas por amigos, conocidos o lectores. Mary Goñi Amendolara, lectora de Aldea Tapalqué, hace tiempo nos había mencionado algunos detalles de la historia de vida de su compañero: Humberto Amendolara y nos quedaba pendiente una charla que el contexto nos obligó a que sea virtual.

Humberto Amendolara tenía siete años y hacia ya un tiempo que no veía a su padre. Pero finalmente la familia se iba a volver a encontrar. Junto a su madre, Lucía Michelli, y sus hermanos ,Elisa y Juan, se embarcaba en algún puerto de Italia (probablemente Nápoles, el puerto más cercado de su Potensa natal) rumbo a la América; era el año 1930.
No sabemos qué sintió Humberto a sus 7 años frente al imponente Conte Verde, el transatlántico que lo llevaría al futuro. El mismo que ese año había llevado varios seleccionados europeos al mundial de Uruguay.  Seguramente el boleto les permitiría ir en la tercera clase, ya que la primera estaba destinado a gente adinerada, médicos y miembros de la iglesia; en la segunda viajaban comerciantes de posición económica acomodada y en la tercera sí la gran mayoría, miles de inmigrantes apiñados con una esperanza común puesta en esa nueva tierra que avizoraban del otro lado del mar.
Qué se siente frente a un monstruo de toneladas de hierro que traga carbón y exhala vapor para atravesar viento y océano durante quince días. Qué se siente cuando se deja atrás el paisaje que nos vio crecer, las costumbres, la familia, y el idioma para nombrar todo eso.
Han pasado 90 años de aquel viaje, Humberto tiene 97, es padre de 6 hijos, cuatro con su actual compañera Mary Goñi con quien vive. Fue médico del pueblo, médico ferroviario, y también atendió en Crotto y Velloso.
Pero su historia empieza incluso antes de ese barco, empieza con la historia de su padre, José, quien a los 18 años combatió en la Primera Guerra Mundial y estuvo tres años preso por el ejército alemán. Lo mantuvo con vida su habilidad con la costura, tres años zurciendo ropa y uniformes, tres años arreglando donde quería romper.
Cuando por fin la guerra terminó quiso llevar su vida bien lejos, le prometió a su familia que ni bien se pudiera acomodar en Argentina ellos se vendrían con él.
José en el nuevo país volvió a hacer uso de su oficio y como sastre se instaló en la ciudad de Azul. Al poco tiempo pudo venir Lucía con sus tres hijos.
La Argentina de aquellos años les permitió trabajar, estudiar, progresar. Así fue que Humberto luego de terminar el colegio, se fue a La Plata a estudiar medicina. La tierra prometida cumplía su palabra, el futuro había llegado.
Recibido y casado con María Rosa Navarro, con quien tuvo dos hijos (Beto y Karina), decidió irse a Valcheta, un pequeño pueblo  de dos mil habitantes en la provincia de Rio Negro.
Su sobrino, Hugo Piaza, que en varias oportunidades lo fue a visitar nos cuenta en unas líneas escritas amorosamente (que nos hizo llegar Mary) algunos detalles de aquellos años en la década del 50.
Allí fue como médico de pueblo, hacía de todo era el único médico. Recuerdo que lo acompañé a la ciudad de la Plata a comprar instrumental que incluía por ejemplo, pinzas para extracción de piezas dentarias ya que debería hacer también el trabajo de odontólogo. 
Además viajaba a la localidad de Los Menucos una o dos veces por mes. Atendía en un consultorio de adobe y piso de tierra. Para llegar al lugar viajaba 190 kilómetros en un Jeep Willys (rezago de guerra) que, junto  a la ambulancia Ford 1931 eran los móviles oficiales del hospital provincial de Valcheta”.
…“Ese era Humberto antes de ir a Tapalqué, -haciendo el bien sin mirar a quien-, siempre con una sonrisa fácil. Tuve la suerte de volver a Valcheta y los Menucos hará unos 15 años y todavía , gente mayor recordaba a Humberto”
Después de diez años en el sur decidió instalarse en Tapalqué para seguir ejerciendo su profesión con la misma pasión. Formó pareja  con Mary  Goñi quien había sido su secretaria y con quien tuvo a Luciana, Morgana, Sebastian y Agustina.
Trabajó hasta finales de la década del 70.
Disfrutó mucho de los viajes con Mary pero nunca  volvió a sentir el llamado de su tierra natal.