La Virgen del tronco
Hubo una frase que desató la curiosidad: “Tengo tu próxima nota: la Virgen del tronco”. Cómo negarnos a investigar y averiguar de qué se trata. Para entender el fenómeno pero sobre todo la Fe, conversamos con Celina Benavente y Enrique Carluccio “Pelayo”, quienes sostienen su Fe en esta aparición desde hace diez años.

Una aparición de la Virgen en Tapalqué, ¿Por qué no? Cualquier pueblo que se precie de tal debe contar con una experiencia de Fe, como las que se han repetido a lo largo de la historia y por el mundo entero; y respetarla.
La historia podría resumirse así: hace alrededor de diez años, un temporal de viento hizo caer varios árboles de eucaliptus en el predio del CSyDS -ex autódromo-. La comisión de aquel entonces presidida por Rubén Siris mandó a cortar los árboles. Y así se hizo. Lo curioso vino después cuando alguien dijo ver en un tronco con varias incisiones de motosierra, la imagen de la Virgen María.
La misma historia podría contarse así: la fuerza de la naturaleza que es la fuerza de Dios derribó varios árboles, más tarde la mano del hombre taló y talló sin Fe e ignorando lo que hacía, para que allí, en ese único tronco en pie, aparezca María: la que sana, la que anuncia o muestra; la que alaba, agradece, cumple y exhorta; la que protege, llora, calla, desea, incita y ordena; la mujer, la Madre, la Virgen.
Pero esta versión no la inventamos nosotros, la conocimos por el testimonio de dos fieles incondicionales de la Virgen del tronco. Celina Benavente es católica practicante, fue catequista y cuando le dijeron que había un tronco que tenía que ver, fue con su marido Pelayo y quedaron impactados. Simplemente vieron a la Virgen.
Pelayo le pidió a la comisión del club que no corten el tronco y después mandó un albañil para hacerle un cordón de ladrillos. Desde aquel día, Celina y Pelayo van todas las noches; es su vuelta obligada, su rezo preferido. El primer tiempo pusieron flores y plantitas pero los caballos que pastaban en el predio no entendieron de ofrendas. Al principio no se animaban a contarlo y aunque muchos se fueron enterando, ellos la sienten su Virgen. Madre mía la llama Celina cuando le pide y la Virgen le cumple.
La aparición tiene un secreto para cobrar mayor referencialidad: ir de noche e iluminarla no muy de cerca con un vehículo. Quien haga eso vera un tronco, pero el que mire con fe verá la Virgen del tronco.
De las miles de apariciones de la Virgen, la Iglesia solo ha reconocido la autenticidad de catorce. Empezando por la de Guadalupe -México, 1531-, hasta la de Kibeho -Ruanda, 1981-. Está también el caso de Akita -Japón, 1973-, que sin embargo, no es una aparición sino la lacrimación de una estatua.
En Argentina si bien en menor número que en otros países de América, también se ha dado la presencia de una diversidad de fenómenos que pueden ser denominados como visiones, locuciones y “apariciones”. Muchos de ellos luego de un tiempo pierden vigencia o dejan de tener poder de convocatoria. En las últimas décadas, solo dos fenómenos han adquirido la envergadura de lo que denominamos como “aparición de la Virgen”: el de la Virgen del Rosario de San Nicolás en la provincia de Buenos Aires, y el de la Virgen del Cerro en Salta.
Alguien podrá decir que en realidad es un fenómeno psicológico llamado parodelia en el que un estímulo vago y aleatorio es percibido erróneamente como una forma reconocible. Tal vez tenga razón, pero de qué sirve la razón en estos casos donde manda la Fe.
La Virgen del tronco sigue en pie, de espaldas al arroyo, resecándose la madera, con un humilde cordón de ladrillos enmarcándola y con por lo menos dos fieles que decidieron romper el silencio y difundir la historia.